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lunes, 5 de octubre de 2015

TRANSPIRENAICA en BTT -Sector Aragonés- ( Pont de Suert-Selva de Irati )

Kike y su BTT a su paso por el pirineo de Huesca durante la travesía de la Transpirenaica
 
En esta segunda entrada de la Transpirenaica en BTT damos continuidad a la ya publicada del sector catalán.
El recorrido de la cordillera pirenaica se hizo íntegro sin dedicar días a descanso ni interrupciones por otros motivos ( mal tiempo, lesiones o problemas técnicos con la BTT ). Completamos cada una de las etapas en los tiempos que nos marcamos inicialmente y siguiendo la guía de Jordi Laparra.
En este sector aragonés del Pirineo continuó la dureza de los grandes desniveles que nos esperábamos encontrar pero con el añadido de haber conseguido una óptima condición física tras rodar las primeras etapas en Cataluña.
Percances tuvimos...caídas, pinchazos, despistes, problemas técnicos...pero los solventamos o los sobrellevamos de la mejor manera para poder continuar este ilusionante, motivador y a su vez  exigente proyecto.
Etapas, momentos...que forman ya parte de nuestra experiencia y de una gratificante e intensa vida deportiva y aventurera. 
 
 
Mapa general del sector de la cordillera en el que hoy describimos las correspondientes etapas cicloturistas
Cierto es que aunque este sector se inicia justamente al final de una etapa y principio de otra en la localidad de Pont de Suert el término del sector aragonés se solapará con una de las etapas que recorre parte el sector navarro.
Ruego disculpas a aquellos lectores que se puedan molestar con dicha disposición.
He creído conveniente narrar aquí completa  la etapa Valle de Hecho (Aragón)- Selva de Irati (Navarra).
  
Puente en Pont de Suert. Límite de la comunidad catalana con la aragonesa en el pirineo.
 
9ª Etapa. Pont de Suert-Viu

 Pont de Sort es la última localidad del pirineo catalán por la que pasamos. Hoy recorreremos tierras aragonesas. 
Se nos avisa de que va a ser una etapa dura debido al mal estado de las pistas; Muy pedregosas y abandonadas

“Atravesaremos parajes aislados y solitarios en los que parece que el mundo se reduce a uno mismo, la bicicleta y la montaña...”

Eso es lo que nos espera en la etapa de hoy. Etapa en la que iniciamos el pedaleo a las 8:55 de la mañana.
Cruzamos el  puente peatonal de hierro sobre el caudaloso río del Noguera Ribagorzana.
El valle al que nos dirigimos es el del río Esera que lleva en sus aguas el deshielo de las cimas más altas del pirineo.
La pista se torna ascendente nada mas salir del puente. Varias rampas con fuerte desnivel nos esperan a menos de tres kilómetros. Dejándonos poco margen para el necesario calentamiento.
Salvadas estas primeras rampas por asfalto nos adentramos en un camino que discurre bajo un espeso bosque.
Este camino no me resulta tan duro como nos pinta la descripción del libro. De momento está siendo llevadero y entretenido.
Los numerosos cruces de camino e indicaciones del rutómetro nos obliga a prestar máxima atención para no perdernos.
El firme es pedregoso pero se puede subir bien.

 

Jorge en uno de los tramos no ciclables
Jorge, en cambio, se tiene que bajar algún corto tramo. La herida de la mano, aún sin cicatrizar, le está molestando. No puede ponerse de pie para ejercer más fuerza sobre los pedales. La mayor fricción de las manos sobre el manillar al ir en postura erguida hace que le roce sobre la herida abierta.

Existen indicaciones del rutómetro que han desaparecido o cambiado. También hay nuevas pistas abiertas que se agregan a las ya descritas. Esto nos entretiene al tener que releer los mapas e interpretar mejor el terreno.
El rutómetro nos lleva a salir y adentrarnos varias veces en una pista marcada cómo GR.

Divisamos el pueblo de Bonansa a lo lejos. Parece que llegaremos sin problemas... pero no es así.
Las indicaciones tomadas nos desvían hacía el este, alejándonos del pueblo por el que debemos pasar. Esto nos mosquea y hace que decidamos dar media vuelta y seguir una de las pistas del GR que parecen ir más derechas hacia Bonansa.

Grave error.
El GR es una estrecha senda casi cerrada por los matorrales y herbáceas. ( Incluyendo ortigas ). También debemos saltar varios pastores eléctricos y atravesar el arroyo por unas resbaladizas piedras.
Continuamos las marcas del GR y tras pasar por un campo de ortigas, llegamos a una zona en la que una poda desmesurada de matorrales y zarzas ha sido depositada en mitad del sendero impidiéndonos el paso. Resulta totalmente intransitable. Ni los senderistas podrán atravesar tal espesura punzante a menos de que vengan provistos de un machete.
Me da la impresión de que han obstaculizado el camino a mala fe. -¡ No hay quien lo entienda !-
Una alta tapia de piedras nos corta el paso hacia ambos lados.
Retrocedemos unos metros y tras saltar por una zona de tapia semi derruida, salimos hacia unas praderas y vemos que se puede llegar a la carretera situada a menos de 200 metros de distancia.
Para ello debemos desmontar alforjas de las bicis e ir cargando con ellas para salvar el terraplén que nos separa del asfalto.

-Cierto. Los primeros kilómetros por el pirineo de Huesca no nos están dejando impávidos.-

Una vez montadas de nuevo las bicis y menos de un kilómetro después, nos presentamos en el pueblo de Bonansa donde conectaremos con la ruta perdida. No sin antes, reponer fuerzas en los asientos de su plaza mayor y cerca de una fuente.
Los perros del pueblo son los primeros en recibirnos al oler los diferentes aromas de nuestras viandas.

Una señora mayor barre los alrededores de forma pausada y tranquila.
Señora que ve pronto su oportunidad de entablar conversación con unos forasteros poco habituales.
Aprovecho la ocasión para preguntarla sobre la vida del escritor y político de la época de la república española, y del que me ha llamado la atención al leer una placa en la fachada de su casa natal.
Poco o nada me aporta sobre este tema para saciar mi interés:

-         “Los inviernos aquí son muy duros y bajo a un pueblo de la llanura para pasar esos meses en mejores condiciones.”-

Ya estoy viendo que en este solitario pueblo, en invierno, lo más parecido a una persona que quedará en él, será el metálico relieve del político republicano.

Colmadas nuestras necesidades calóricas proseguimos la ruta.

 
Superamos el  cercano alto de Bonansa (1370 metros) e iniciamos el rápido descenso de 4 kilómetros por carretera, siguiendo el curso del río Isábena.

Breve ha sido el relax de la bajada para calentar rápidamente “motores” en los posteriores kilómetros  de fuerte subida hacia el pueblo de Espés.
No pasaremos por ésta localidad ya que cogeremos un desvío por unos caminos hacia la Gran Collada de 1580 metros.

Vemos a un bonito corzo cruzar la pista...
Aunque estoy muy habituado a encontrarlo en mis salidas al campo, siempre me produce una gran satisfacción disfrutar de la presencia de éste  habitante de los bosques. Es sólo un cérvido de cuerpo menudo, probablemente, su tamaño sea algo mayor que la cabra. Pero es uno de los animales que mas aprecio, quizás por su afinidad por los bosques espesos y salvajes  en donde ambos disfrutamos y nos movemos con agrado.-

 En el inicio de la pista al collado se me atasca la cadena al cambiar al plato pequeño. Debo parar. Ya son tres veces casi seguidas el mismo problema.

Jorge se escapa pendiente arriba.

Yo continuo pero con la cadena puesta fija en el plato intermedio. No deseo más interrupciones en la subida. Pero ello me obliga a ralentizar el ritmo de pedaleo ejerciendo más fuerza sobre cada pedalada.
El desnivel me permite mantener esta cadencia pero debo revisar y arreglar este problema cuanto antes.

 

Jorge me está esperando cuando conquista la Gran Collada...

-Ahora entiendo por que la llaman la Gran... es por que existen unas Grandes vistas y el paisaje es Grandioso.-

 
La panorámica que disfrutamos de los Eristes y del Posets (3375 metros) es impresionante.

Tres miles ascendidos hace unos años... Los Eristes en una ocasión y el Posets por partida doble, mas otro intento invernal desde la collada de la Paul ( Tercer Grado de terreno mixto; nieve y roca ). Me acuerdo de aquella ruta montañera. Subí con mis amigos José y Cesar por el valle de Estós. Cesar quedó rezagado antes de llegar a la collada a 3000 metros. Jose me acompañó hasta el inicio de la arista donde desistió al verlo delicado. Yo proseguí en solitario. Llevaba una cuerda de 30 metros para pasar por las zonas mas expuestas. Y me hubiese gustado que me acompañara alguno de mis amigos para poder asegurarnos con ella.

De ser así, quizás habría podido superar un afiladísimo puente de nieve que me encontré 15 minutos después y que me hizo renunciar a sólo 40 metros de la cima. -¡Qué lástima!-

De regreso, destrepando hacia el collado y ayudándome de crampones, piolets y mis manos para el agarre a las rocas graníticas. Me crucé con tres montañeros que subían por la arista asegurándose con una cuerda. Equipaban, casi cada metro...empotradores, friends cintas... Su avance era muy lento al tener que fijar y quitar tal cantidad de material. Debían sentirse muy inseguros para tener que usar tanta ferralla por un terreno, que aunque aéreo, era de sencilla trepada.
Me hubiese apuntado con ellos en el intento a la cumbre de no ser porque no me dieron  suficiente confianza.

Y volviendo a la crónica de la transpirenaica:
Desde la Gran Collada también tenemos buena vista del Turbón donde se ven una gran extensión de prados.
Iniciamos la bajada hacia Gabás atravesando un bosque de pinos.

 
Zygaena lonicerae
Verdes praderas vestidas todavía con multitud de flores se abren en los claros que deja el bosque. A esas flores tardías acuden diferentes especies de mariposas y coloridos insectos en busca de polen.
Detengo mi bici para retratarlos con mi cámara.

El descenso está resultando muy agradable. Veo a Jorge, animado, fotografiando también al bello paisaje.
Es la hora y el lugar para degustar a gusto un buen bocadillo.
Dicho y hecho.

Tras la sobremesa se me ocurre encender el móvil por si hay cobertura... y la casualidad hace que tras un par de minutos me llamen dos amigos y compañeros de trabajo para felicitarme por mi cumpleaños de hace dos días. Son Samuel y Ana. -¡Qué majos!-

De nuevo en ruta decidimos acercarnos al pueblo de Gabás para reponer agua. Son recomendaciones de Jordi Laparra al avisarnos de las escasas fuentes existentes en la etapa de hoy.

Tras pasar el pueblo la pista empeora y se vuelve más pedregosa. El desnivel se torna mas pronunciado obligándome a hacer buen uso de mis frenos; Los de la rueda delantera ya chirrían debido al desgaste.
Hay momentos en el que el terreno es tan inestable que hecho pie a tierra para evitar una posible caída. Jorge, en cambio, con su bici de frenos de disco, baja con mayor seguridad.

Desde el camino tenemos buenas vistas hacia las paredes rojizas superiores del Congosto de Ventaniello.

En el pueblo de Seira (820 metros) nos planteamos quedarnos en el albergue del pueblo pero todavía nos quedan horas de luz cómo para dar por terminada la etapa. Seguimos.

Enlazamos con la carretera transitada que une Campo con Castejón de Sos. Es ligeramente descendente, por lo que los diez kilómetros hasta el desvío a Senz y Viu, se nos pasa relativamente rápido.

 
Pico Maldito y Pico Aneto. El techo del pirineo.

Vistas del Pico Cotiella
La carretera secundaria que conduce a estos últimos pueblos situados en las estribaciones del Cotiella es mucho mas tranquila en cuanto a tráfico rodado.
Únicamente un camión inoportuno me pita cuando estoy sacando una foto a Jorge al paso por una pequeña presa. A pesar de estar parado en un lateral de la vía, ésta es tan estrecha, que mi bici dificultaba el paso a la camioneta.

 
Tenemos idea de buscar alojamiento en Senz (900 metros); un pequeño pueblo de montaña al que se llega tras superar cuatro kilómetros ascendentes.
Es final de etapa y como me estoy encontrando bien, avivo un fuerte ritmo de subida. Jorge sigue a rueda. El calor reinante y el esfuerzo nos hace sudar abundantemente.
Cuando llegamos a la pequeña plaza del pueblo donde existe una fuente, noto un ligero enfado en mi amigo...

Y me pregunta tras dejar pasar unos minutos de silencio;

-“¿Por qué corres tanto al final del día?”-

Le contesto que es mi forma de andar en bici. En las rutas largas intento ir de manera progresiva. Empezando lento para ir calentando músculos, luego prosigo moderado y los últimos kilómetros, si quedan fuerzas, termino dándolo todo.
Tras merendar al lado de la fuente salgo en busca de un habitante del pueblo que me sepa decir posibles alojamientos.

Cuesta encontrar a uno... localizo a un paisano que se encuentra regando una pequeña huerta.

Me aconseja de dos casas rurales en Viu ( 1000 metros) cuatro kilómetros y medio más arriba.

-Vale.-

Miramos antes el pórtico de la iglesia del pueblo de Senz por si presente buenas condiciones para el vivac. Un suelo formado por cantos rodados e irregular hace que tras hablarlo con mi amigo unos minutos, y llamar a una de las casas rurales de Viu (por si tienen plazas libres ) decidamos continuar hasta el último pueblo del valle.

El desnivel de los kilómetros finales es menor. Aparte, he bajado el ritmo.

-Vamos mejor más tranquilos...- Pienso para mí.

 
Casa Rural en Viu
 
Son las 7:30 de la tarde cuando llegamos al pueblo de Viu.

-Está animado en cuanto a gente.-

Al estar más alto, las vistas sobre el ancho valle boscoso franqueado por laderas rocosas y verticales, es amplia y espectacular.

La casa rural donde nos alojamos nos encanta. Acogidos y servidos estupendamente por la señora de la casa en el salón familiar, damos por buen término la etapa.

-         66,57 Kilómetros en un tiempo de 6 horas y 18 minutos a una Velocidad media de 10,55 Km /h-


Gato en la casa rural de Viu que se adueñó de mi esterilla
10ª Etapa. Viu-Fiscal

 

A Jorge se le ha infectado la herida de la mano. Justo antes de salir aprovecha a hacerse unas curas y se la cubre con una gasa limpia. Es zona de contacto con el manillar y al pasar tantas horas diarias encima de bici hace que se le reblandezca y no cicatrice bien.

Hemos descansado estupendamente en la casa rural de Viu. Nos ha gustado mucho el trato familiar, el entorno bucólico y la tranquilidad que se respira en este apartado lugar.

En un día que se anuncia seco y caluroso, hacemos madrugar a la señora propietaria porque nuestro deseo es desayunar pronto y marchar con las primeras luces.

Al ir al patio de la casa para recoger las bicicletas veo a un gato que se ha hecho dueño de mi esterilla. Parece que se encuentra cómodo encima del aislante porque no hace señal alguna por intentar trasladarse a otro sitio.

Vamos recogiendo todo y montando las alforjas. La esterilla la dejo para el final.
 -Me da pena interrumpir el placentero sueño del gato...-

 
Son las 8:55 de la mañana cuando iniciamos el pedaleo.

Casi 500 metros de desnivel en 5 kilómetros ascendentes nos separan de nuestro primer objetivo; el Collado Cullibert (1480 metros). Es todo ello por una pista fatigosa debido a las piedras sueltas. Dos kilómetros son especialmente duros por las fuertes rampas.

A primera hora de la mañana estamos frescos y no es ningún problema el deber de superar uno de los tramos mas exigentes de la etapa. Aunque tengamos, parcialmente, la digestión del desayuno en proceso.

La sombra del bosque nos protege del sol en estas laderas de la Peña Montañesa.

Tras dos kilómetros de pedaleo, el hijo de nuestra señora casera de Viu; nos abre la verja metálica que retiene sus vacas en los pastos altos y nos dice;

-“¡ Aquí empieza lo mas duro !”-

Es cierto. El fuerte desnivel y las piedras nos obligan a permanecer sentados para ejercer mayor tracción en la rueda motriz.

Mis músculos cuadriceps, principales responsables de este exigente movimiento, ya se han  acostumbrado a este esfuerzo después de más de una semana pedaleando por el pirineo.

Jorge va por delante. Pero no pierdo el contacto visual con él en casi toda la subida al collado.

Sólo le veo bajarse de la bici una sola vez. Es un corto tramo imposible.
Lo mismo me ocurre a mí segundos después.

El resto lo superamos como campeones, manteniendo en todo momento la verticalidad de la bici.

Ver a Jorge superar las fuertes rampas me da ánimos a que yo lo intente con más ganas.

-         Si él ha podido, yo puedo.- Me digo.

Llegamos al collado. Allí, justo en el límite con el bosque, observamos una magnífica cabaña-refugio que buen servicio nos podría haber hecho de coincidir ésta con el término de la etapa de ayer.
Está limpia por dentro y existe una fuente a pocos metros.

-         Para otra vez ya sabemos...-

Ayer  empezamos a recorrer más distancia de la que nos marcaba el libro para cada etapa.

Nuestra intención es bajar en un día las 16 jornadas programadas de la transpirenaica de Jordi Laparra.
Ya hemos conseguido la forma física para hacerlo posible.

Ayer añadimos cuatro kilómetros que hemos recortado a la etapa de hoy.

Y hoy intentaremos hacer diez kilómetros más de los que nos fija el libro cómo final de etapa.

Hemos estudiado las descripciones de las jornadas que nos quedan para ver si existen buenas posibilidades de vivaquear.

-         Mañana, quizás, tendremos esa posibilidad...- 

 

Tras dejar atrás el collado de Cullivert, se suceden varios tramos de sendas y pistas sin perder mucha altura.
El lugar es bien bonito. Cruzamos por bosques donde crece de manera natural el abeto blanco acompañando al omnipresente pino.

-Me recuerda a la vertiente francesa de los pirineos donde esta especie de abeto es más abundante.-

 

Cinco kilómetros después llegamos a otra magnífica cabaña refugio. Hay otra fuente donde mana agua abundante y fresca. Es la fuente del O Estacho.
Reponemos agua e inspeccionamos cabaña por si la concedemos alguna “estrella” por su confortabilidad...

-Si. A esta la doy tres y a la anterior cuatro.-
 

 Llegamos al punto culminante de la etapa; La Collada (1500 metros) donde nos asomamos al valle del Cinca; Nuestro próximo objetivo.
Tenemos a tiro de piedra la cima de la Peña Montañesa. Me dan ganas de subirla pero unos verticales escarpes rocosos hace que ni se me ocurra planteárselo a Jorge.

Es un sitio ideal para tomar el almuerzo. Las vistas hacia el macizo del Monte Perdido son excelentes. Tenemos buena visión de la profunda brecha a la que llaman el Cañón de Añisclo. Éste valle es lindante con su vecino más famoso de Ordesa.
Y hacia Añisclo nos dirigiremos. Lo conozco de hace muchos años y guardo un grato recuerdo por su espectacularidad.

 
En cinco kilómetros y medio debemos descender más de 600 metros de desnivel hasta el pueblo de Ceresa. La pista es pedregosa, dura y con curvas muy cerradas. Extremamos las precauciones.
En el pueblo de Ceresa paramos un momento para consultar mapa y mirar carteles de interpretación de los diferentes pueblos.
Aquí se habla de los restos de una antigua iglesia (siglo XII)...
Resulta interesante el hecho de que muchas de las iglesias más antiguas que conozco en España estén situadas en los Pirineos.

-¿Habrá alguna razón?-

Por los libros que he leído; los montes pirenaicos fueron refugio de cátaros en aquella época. Perseguidos por la Inquisición al distanciarse del dogma cristiano, buscaron refugio en estos pequeños y apartados pueblos de montaña. Los templos e Iglesias de esas localidades eran utilizados para las reuniones con sus vecinos donde narraban su particular interpretación  de los Evangelios.

 

Nos damos protección solar. El día está siendo soleado y muy caluroso. Lo necesitamos.

Terminando esta tarea vemos subir a una solitaria y guapa cicloturista.
Sólo habla francés y un poco de inglés.
Iniciamos conversación.

Yo no tengo idea de francés por lo que doy vía libre a Jorge que intercambia varias palabras con ella en el idioma galo.
Lo poco que logro entender es que su novio viene por detrás.

Nos dice que hablemos con él ya que sabe algo de español.
Le vemos llegar hasta nosotros. Va bien cargado. Lleva una abultada tienda de campaña.
Ambos tienen muy desgastadas las cubiertas de las bicis.

-         En esas condiciones lo tienen “crudo” para subir a la Collada por la que nosotros bajamos.-

Dicen que si no pueden, van andando y “arreglao”. Su intención es seguir la Transpirenaica.
Cuentan de que han estado en los Alpes pero que esto les gusta mucho.
Ayer hicieron la variante de La Sierra de Cutas. Etapa descrita en el libro de Jordi Laparra y se cuenta de ella cómo la mas bonita y espectacular de toda la travesía.

Ruta que discurre por el piso superior del valle de Ordesa...

-Ya os podéis imaginar.-

Les recomendamos las cabañas-refugios por las que pasamos.

-¡Os van a gustar!-

Nos despedimos deseándoles buen viaje.

 

Iniciamos un descenso rápido por carretera hacia Escalona (600 metros). Antes, pasamos por el pueblo de Laspuña en donde un cartel indicándonos la ubicación de un museo ecológico hace que me entren ganas de visitarlo.
Desisto. Hoy va a ser una etapa larga... No podemos entretenernos.

 

Llegamos a Escalona. Allí nos aprovisionamos en una de las numerosas tiendas de la localidad. Comemos y nos hidratamos abundantemente a la sombra de unas casas.
Hoy está apretando mucho el calor y nos da pereza abandonar la fresca sombra donde descansamos.

 

Ya no nos separan muchos kilómetros del Cañon de Añisclo. Allí encontraremos frescor. La estrechez y profundidad del desfiladero hace que se produzca el curioso fenómeno de la inversión térmica. Es decir, el aire es mas frío dentro del cañón ya que el aire cálido sobre él, no le deja escapar. En consecuencia, observamos que la vegetación reinante en las zonas bajas es más propia de zonas altas; hayas, abetos.... En cambio en la parte alta del desfiladero abundan los árboles cómo la encina, que es de climas cálidos.

Milano real -milvus milvus-
 

 

Antes de entrar en el parque nacional y pedalear por este angosto desfiladero pasamos por varias zonas de picnic y baño.

A Jorge le entran ganas de darse un chapuzón en las aguas color esmeralda del río Añisclo.
Le digo que ya habrá tiempo más adelante.

No es así. La posterior entrada en el parque nacional prohíbe bañarse en esta zona.
A pesar de prescindir del ansiado baño, podemos disfrutar mucho pedaleando por este sitio tan espectacular.

La temperatura ha bajado hasta límites muy agradables. Y la carretera sin apenas tráfico unido a la belleza del paisaje hace que se nos quede grabado cómo uno de los mas impresionantes lugares por los que hemos rodado.

 
Río Bellós a su paso por el desfiladero de Añisclo


Atrapamoscas. -Pinguicula Longifolia- Planta endémica del cañón de Añisclo y del pirineo central.
En uno de los miradores del valle nos detenemos a leer un cartel explicativo.

Nos documenta de la presencia y abundancia de una planta carnívora en las paredes verticales que nos flanquean.

-Se llama popularmente Atrapamoscas.-

No tardo en ponerme a inspeccionar la pared buscando ejemplares de la curiosa planta.

No resulta difícil encontrarlas. A pesar de ser una especie rara en la península ibérica, es en estas paredes de Añisclo, donde encuentra el lugar idóneo para su desarrollo.
Es cierto, sus hojas están recubiertas de una sustancia pegajosa. Vemos también numerosos insectos adheridos a ella. Es cuestión de días para que la planta absorba de ellos los nutrientes que necesita.


 
Después de nueve kilómetros admirando y disfrutando la profunda brecha horadada por las aguas del río Añisclo llegamos al desvío que lleva a la parte superior del cañón. Nos adentramos un poco.
Saco fotos. Entre ellas, una foto accidentada a mi amigo.

Su pedal automático le vuelve a jugar una mala pasada al no desengancharse a su debido tiempo.
La mala suerte hace que se apoye en su mano herida para amortiguar el golpe.
Y la herida se le vuelve a abrir...
Aún y todo, Jorge es un tío duro y no se queja. Aguanta el dolor con estoicismo.

 Retomamos el camino hacia Nerín y Fanlo. Son kilómetros de ascenso por asfalto.
Tras superar 500 metros de desnivel llegamos al collado  de Fanlo ( 1500 metros ).
Luego otro rápido descenso hasta Sarvisé (860 metros). Y  medio llaneando, siguiendo el curso del río Ara, realizamos otros diez kilómetros hasta Fiscal (800 metros).
En Sarvisé observamos muchos caballos que son utilizados por los turistas para dar agradables paseos por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
En Fiscal aprovechamos a comprar comida, visitar farmacia y Oficina de Información turística.

Nos alojamos en un hostal en esta última localidad.

Lavamos nuestra ropa  sucia a mano como de costumbre. Aprovecho el calor reinante para secar la ropa en la fachada del hostal, colgando de una percha el pantalón ciclista y atado esta al cordel de la persiana.
La verdad es que da mucho el pego desde el exterior...pero... -¡Que mas da!-

 -77,25 kilómetros en 6 horas y cinco minutos a una Velocidad media de 12, 68 km/h-

Desnivel acumulado de subida 1400 metros y de bajada 1600 metros.
 
Kike durante el ascenso a la Peña Oturia en la undécima etapa.
11ª Etapa. Fiscal – Merendero de Bescos de Garcipollera

 

Hoy subiremos al posiblemente mejor mirador de todo el Pirineo Central: La Peña Oturia.

Y no será fácil. Nos esperan mil metros de desnivel desde Fiscal y 30 kilómetros de ascenso que discurren íntegramente por caminos.

Pero nuestras pretensiones van mucho más allá.

Hoy tenemos idea de dormir en Vivac. Por lo tanto ya no estamos condicionados en terminar etapa en ninguna localidad.
Pedalearemos hasta que el sol se oculte en el horizonte...

 

A las nueve de la mañana ya nos hemos puesto en marcha.
Antes de salir de Fiscal (800 metros), pasamos por la farmacia. Quiero comprar crema para una calentura que me está saliendo en los labios.
No es posible. Está cerrada.

-         A seguir entonces...-

 

Cruzamos el puente sobre el río Ara.
A los pocos metros tenemos la primera confusión del día.
Nos metemos por una pista en un concurrido camping.

Media vuelta.

Y sin preguntar a nadie una señora nos informa de la situación del camino correcto.

-Se ve que éste es un punto problemático en donde se confunden los cicloturistas de la transpirenaica...-

 

El bosque cubre gran parte del recorrido de subida. No hay problemas de agua pues existen varias fuentes poco antes de llegar al escondido pueblo de Bergua.
Recargamos en ellas. Laparra nos avisa de que después de Bergua no encontraremos fuente hasta 600 metros más arriba y 20 kilómetros después.

 Hoy la etapa resultará entretenida.
Las numerosas pistas que se entrecruzan con la principal nos obliga a consultar los mapas-guía que lleva Jorge en su bici.
Algunos de los caminos están abiertos recientemente y no se ven reflejados ni en el rutómetro ni en los mapas.
Debemos prestar suma atención y trabajar en equipo para orientarnos bien si no queremos perdernos.

Al pasar por Bergua unos camineros nos despejan dudas acerca de una novedosa pista que dejamos a nuestra izquierda.

 
El resto del ascenso hacia Peña Oturia no íbamos a tener la oportunidad de preguntar a nadie.
El camino es pedregoso y el desnivel es asequible para poder hacerlo rodando.
Sólo nos hace desmontar de la bici al atravesar un río que se funde con el camino original al discurrir por el mismo durante bastantes metros.

Después de unos cuantos metros rodando un repentino y fuerte cambio de pendiente hace que no tenga tiempo para cambiar de marchas.
Unos metros de inercia... y pie a tierra.

Llegamos al pueblo abandonado de Sasa.
No vemos carretera alguna que enlace con aquel.
Podemos entender su despoblamiento al ser una localidad de tan difícil acceso.
Seguimos.

 Poco a poco vamos ganando altura. Y la amplitud de miras se hace más espectacular.

-¡Esto promete!-

Encontramos un error de posición en la ubicación de un antiguo pluviómetro.
Según el rutómetro deberíamos encontrarlo a nuestra izquierda y está a nuestra diestra.

Consultas a mapas e interpretación del terreno...

-No hay dudas. Vamos bien.-

Dejamos el bosque abajo. El paisaje cambia. La vegetación dominante son herbáceas y pequeños matorrales de brezos y retamas.

Divisamos a lo lejos la inconfundible Brecha de Rolando.

Y cerca de ella varios tres miles del pirineo: Taillón, Cilindro y Casco del Marboré, Monte Perdido (estas tres últimas llamadas también las tres Sorores)

Jorge se detiene y hace unas excelentes panorámicas de las montañas del Parque Natural.
El camino continua hacia el alto y la pendiente se acrecienta.
Las laderas del monte se encuentran revestidas de un denso matorral de abundantes flores amarillas.

-         ¡Parece primavera en estos parajes!-

Me distancio de Jorge y marcho por delante. Hoy, más que nunca, mi amigo está haciendo buen uso de su cámara de fotos. Se recrea y entretiene con el bello paisaje.

Y después de superar una fuerte rampa le pierdo de vista.
Decido esperarle poco después.

....

Está tardando y me preocupa.

 -¿Habrá pinchado?-

-Es casi imposible. Sus cubiertas sin cámara, con el líquido especial que contienen, hace que se taponen automáticamente los posibles pinchazos...

 Al rato le veo aparecer y me cuenta lo ocurrido.
Su pedal automático le ha vuelto a jugar una mala pasada.
Cada vez le cuesta mas soltar el pie del pedal.
Y otra vez se le ha abierto la herida de la mano.

Está mal continuar con el mismo problema del pedal. Jorge lo revisa una y otra vez hasta que decide echarle por primera vez aceite lubricante. Lo prueba y... ¡solucionado!.
Ahora puede soltar el pie con facilidad.

Acostumbrado tantos años a su vieja BTT. El probar en éste viaje una bicicleta tan moderna y sofisticada cómo la que porta, son tantos cambios novedosos que puede dar lugar a no tener en cuenta pequeños detalles como éste.

-         ¡A mí me hubiese pasado igual!-

Es también por ello por lo que me resisto a cambiar de bicicleta.
Tantos años juntos, tantas experiencias vividas... y hemos conseguido entendernos.
Hasta ahora nos llevamos bien, así que; -¿Por qué cambiar?-

 Proseguimos los dos juntos hasta superar un primer collado y llegar a la fuente Orosia (1600 metros).
Allí aprovechamos a reponer agua y mi amigo a limpiarse la herida.

 

Los cerca de 4 kilómetros restantes hasta el punto culminante de la etapa es por una pista muy sucia. El terreno está ocupado por el ganado y donde no hay moñigos de vaca, el suelo arcilloso hace que en época de lluvias se formen unos baches y surcos considerables debido a las pisadas de los animales.

Ahora, el firme está reseco pero la pista es tan irregular que no podemos contrarrestarlo con la amortiguación de nuestras bicis obligándonos a descabalgar varios tramos.
Superamos la cerca que retiene a la gran mayoría de las vacas y llegamos a una zona herbosa y limpia donde poder comer a gusto.

 
Zoom hacia las cumbres del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
Las vistas del Pirineo que podemos disfrutar desde aquí son realmente impresionantes y bien se merecen un rato de nuestro tiempo. (Cota 1780 metros)
Después de degustar el bocata, miramos los mapas e intentamos distinguir y dar nombre a los picos que divisamos:

La esbelta silueta del Midí es inconfundible. ( Único pico del Pirineo ascendido por mí en el que he tenido que hacer uso de cuerda...).

Otros son la Peña Telera, la Foratata, las Tres Sorores ( en el que pude disfrutar, hace años, de un bello ascenso al Monte Perdido desde el Cañón de Añisclo) , el Balaitous ( un ascenso estival por la parte francesa y un intento invernal desde España), el Vignemale ( uno de mis montes favoritos ascendido cuatro veces), Gran Facha ( un ascenso)...etc, etc.

Todas estas grandiosas montañas con sus majestuosas siluetas aparte de su belleza me traen muy buenos recuerdos.

-         ¡Qué gratas sensaciones e inolvidables momentos he vivido en sus dominios!-

 

 

Una auténtica gozada pedalear con estas impresionantes vistas


Kike en las inmediaciones de la cumbre de Peña Oturia
Después del descanso y el ágape nos aventuramos  con el complicado descenso del Peña Oturia.

El desnivel de 1000 metros ganado durante la mañana en 30 kilómetros lo debemos perder ahora en menos de 13.
Os podéis imaginar la pendiente...

El camino no ayuda al descenso. Muchas veces es sólo un estropeado sendero que hay que adivinar y localizar a través del bosque. Mucho traqueteo, piedras sueltas, pisadas de ganado, pinchos, zarzas...
Por consiguiente nos vemos obligados a practicar el senderismo...
Son casi 9 kilómetros entretenidos hasta que desembocamos en una pista en mejor estado, cerca de Olivan (1000 metros).
Pista por la que podemos disfrutar rodando hasta llegar al encantador pueblo de Larrade, cerca del río Galligo.

 

Inconfundible la alpina silueta del Pico Midi


Descendiendo de la Peña.

Pueblo de Larrade

Su iglesia medieval (siglo X), las calles empedradas y las llamativas chimeneas de las casas ( las típicas chimeneas cónicas altoaragonesas )... nos llaman mucho la atención y  hace que aminoremos el ritmo para visitar el pueblo más detenidamente.

Proseguimos.
Esta vez alternamos tramos cortos de asfalto con recorridos por buenas pistas.
Atravesamos un curioso puente de madera sobre el río Gálligo (780 metros).
Cerca, divisamos la población de Senegué.
En teoría sería final de ésta undécima etapa.

Mientras Jorge y yo discutimos varias posibilidades, un señor del pueblo se acerca y nos pregunta por nuestras intenciones.
Al rato nos ofrece pasar la noche en uno de los soportales del pueblo.
Pero no.  Nos quedan aún unas tres horas de luz solar. Hay que aprovecharlas.

Merendamos un poco y continuamos ruta.
Y de nuevo nos metemos por solitarias pistas de tierra y piedras sueltas.

El terreno es “rompe piernas” ya que nos olvidamos de remontar grandes puertos y colladas a cambio de rampas cortas para pasar de valle a valle por media montaña.

 
 


Atravesando el río por un atractivo puente de madera
 

Casi cuatro kilómetros después de abandonar Senegué, el rutómetro nos conduce hasta la orilla de un considerable río por el que debemos cruzar.
El caudal del río Aurín nos obliga a desmontar de las bicis, descalzarnos y cruzar a pié por las frías aguas y los resbaladizos cantos rodados de su lecho.

-¡ Esto me gusta !-

El breve cambio de actividad nos divierte y da ánimos para continuar.
En la otra orilla del río se encuentra el pueblo de Larrés. (910 metros). Ahora nos toca seguir casi cinco kilómetros ascendentes por el cómodo asfalto hacia Acumuer antes de afrontar la subida al Pueyo de Escues (1430 metros) por pista de tierra.

En el camino de Acumuer pasamos por numerosas yacimientos de gas. 

No es necesario llegar a éste pueblo. Ya que cogemos una pista forestal que sale a nuestra izquierda.
El bosque donde nos adentramos es un extenso pinar donde oímos y vemos funcionar a las motosierras.
Los primeros kilómetros al puerto son de mediana pendiente y ciclables... aunque debamos sortear numerosas ramas de poda abandonadas por los madereros.

Jorge y yo continuamos el ascenso, sin interrupciones. Vamos juntos y a muy buen ritmo.
Nos anima vernos fuertes en la etapa tan larga de hoy.

El camino es practicable hasta los últimos 800 metros del puerto.
Las piedras sueltas y la fuerte pendiente nos obliga a superar el resto andando.

 
Desde el collado las vistas de las montañas iluminadas con las últimas luces de la tarde son espectaculares..
Pero no nos recreamos mucho. Tenemos el tiempo justo para descender los últimos siete kilómetros hacia el área de picnic donde pensamos hacer el Vivac.

El traqueteo por la irregular y mala pista es constante.
Prestamos máxima atención a la bajada para no cometer errores.

Por fin llegamos a una excelente pista a dos kilómetros escasos del área de picnic.
Allí nos cruzamos con un grupo de senderistas de mediana edad.

En breve nos presentamos en la zona de vivaqueo. Hora de llegada: Cerca de las nueve p.m

 
Hay varias mesas de merendero protegidas por un alto techo.
Ideal para pasar la noche.

El contratiempo es cuando buscamos una fuente y no encontramos...

Al poco llegan los senderistas que tienen aparcados sus coches en el área de picnic.
Les preguntamos por una fuente.
Nos dicen que el último manantial lo pasamos unos kilómetros más arriba, bajando del collado de Escúes.

....

Sin pensárselo dos veces, uno de los montañeros nos ofrece su botella de litro y medio de agua para apañarnos esta noche. Nos dice que ya van directos en el coche para sus casas y no la necesitarán.

-         ¡Qué amable!-

-         Muchas Gracias-

Después de disfrutar de una tranquila cena sobre una de las mesas; Apartamos bártulos; Extendemos esterilla y saco sobre el tablado de dos mesas.

Con esto evitaremos a los insectos (no alados) y a los curiosos animales nocturnos.

-¡Buenas Noches!-

 Cerca de 80 kilómetros. Casi 8 horas de pedaleo a una velocidad media de 10,08 Km/h.

Desnivel: Unos 2000 metros acumulados de ascenso.
 

 
 
12ª Etapa. Merendero de Bescos Garcipollera- Valle de Hecho

 

En la etapa de hoy los caminos se estropearán....  bastante.
Muchas de las descripciones de cicloturistas que dicen haber hecho la Transpirenaica, nos cuentan de que evitaron los complicados tramos que atraviesan el Valle de Hecho y Ansó realizándolos íntegramente por carretera. Saltándose el recorrido con menor porcentaje de ciclabilidad.

Nosotros, en cambio, queremos ser fieles al rutómetro de Jordi.

Seguiremos su descripción cueste lo que cueste.

-¡Que para eso somos de Bilbao.... o de sus alrededores (Burgos)!-

 

Hoy hemos descansado bien en el Vivac del merendero.

No mostraron acto de presencia los agresivos mosquitos que conocimos en el primer vivac en Cataluña. Quizás fuese porque las noches en el Pirineo Aragonés son mas frías y no se dan las condiciones óptimas para que se reproduzca éste tipo de mosquito alóctono.

Nos levantamos con las primeras luces del día.
Hace frío y me tengo que abrigar por primera vez en el viaje con la ropa térmica y mallas.



Desayunamos tranquilamente sobre una de las mesas y nos ponemos en marcha poco antes de lo que va siendo habitual en el viaje. 8:45 a.m

En la mañana de hoy nos tocará subir cuatro puertos de montaña.
Estos primeros puertos del día van a ser relativamente “cómodos”. Hay buenas pistas y varios kilómetros van por asfalto. Lo realmente complicado será a partir de Aragües del Puerto y Hecho...

Pero vayamos por partes.

Ocho kilómetros de descenso y llaneo hasta Castiello de Jaca por unas pistas que atraviesan un extenso bosque de pino Laricio.
Nos encontramos cerca del embalse de Yesa y esta es una zona en la que hasta la década de los sesenta eran tierras cultivadas por los moradores de los pueblos. Después las tierras fueron expropiadas para reforestarlas con pino. Al ser los ríos de la zona muy energéticos y con gran capacidad erosiva lo que se quería reducir es la erosión del terreno y evitar la acumulación de sedimentos en el río Aragón y en el nuevo embalse.

 Desde entonces se conoce a ésta zona cómo “El silencioso valle de la Garcipollera”.

 En Castiello de Jaca aprovechamos a hacer turismo rural.
Localidad con gran transcendencia histórica. Primero fue Torre de Señales en la época tardo romana para defender la Vía de Somport que heredaron los visigodos. Luego, línea fronteriza con el mundo musulmán y llave para la defensa del valle con su castillo.
Y hoy es lugar de paso para los peregrinos que vienen de Francia en dirección a Santiago de Compostela.

Las Ermitas e Iglesias del valle datan entre los siglos XI y XIII y la iglesia de Castiello es conocida en el Camino de Santiago como la de las cien reliquias.

Y como último dato curioso es que ésta localidad fue pionera durante diez años de una prueba ciclista en carretera de carácter internacional.

 

Nosotros recorremos sus calles empedradas y de fuertes pendientes.
Es esto último lo que nos hace entrar en calor y por ello aligerarnos de la ropa de abrigo que llevamos desde que salimos del Vivac.
Después, retomamos el camino para superar el primer puerto entre Aratorés y Borau; Seis kilómetros y 250 metros de desnivel.

– Sin problemas-

Nos detenemos a inspeccionar una interesante cabaña en el collado (1145 metros).
La apuntamos para posibles futuros viajes por la zona.

-         Lo único que no me gusta es que está demasiado cerca de la carretera...¡Lástima!-

 
Un corto y rápido descenso nos conduce hasta Borau.
Lo más interesante de esta localidad es el monasterio del siglo X de San Adrian de Sasabe. Hay una teoría que cuenta que fue un cenobio visigótico en el que se refugiaron los obispos de Huesca tras la invasión árabe de la península.

Con ellos, dice la leyenda, que se llevaron el Santo Grial. Lo que explica buena parte de la gran trascendencia histórica del monasterio entre la cristiandad. De hecho parece claro que el cenobio fue sede episcopal de Aragón a partir del siglo X hasta que se creo la sede de Jaca en 1077.

 

Desde Borau (1000 metros) ascendemos al segundo puerto (1190metros). – Casi nada-
Adelantamos a un padre con su hijo adolescente que suben en bicicleta de carretera.
Por mi parte sólo les saludo y paso de largo.

Jorge, más sociable que yo, intercambia unas palabras con ellos.

En el collado volvemos a encontrar una cabaña parecida a la anterior. Pero no paramos.
Descendemos rápidamente hasta Aísa (1045 metros).

Es hora de un buen almuerzo después del escueto desayuno de hoy.
Nos compramos un buen bocata y le hacemos desaparecer en poco tiempo .
Y....¡a seguir sumando puertos!.

Poco más de cuatro kilómetros hasta el collado (1230 metros). Y seis más hasta Jasa (940 metros).
Es desde aquí donde nos metemos en “ambiente”.
El primer sendero con pequeñas dificultades técnicas es casi enteramente ciclable en la subida a Aragües del Puerto.

El rutómetro nos indica que debemos atravesar a pie el río Osía

No es así. Han construido un moderno puente que nos salva, de momento, del chapuzón.
En la plaza del pueblo de Aragües compramos víveres para la comida y reponemos agua en una de sus fuentes.
En uno de los bancos vemos sentados a varios paisanos mayores tomando el sol  charlando.
Nos acercamos y les preguntamos.

-         “¿ Que tal está el camino a Urdués pasando por la Ermita?”-

-         “Puuuf.  ¡Con las bicis no vais a conseguir subir!”- Nos dicen

...

No nos queda otro remedio que subir con las bicis. –¡No las vamos a dejar aquí!-

Otro tema es que consigamos hacer la subida pedaleando.

....-Es imposible-

 
Un sendero estrecho, muy pendiente, y descompuesto con piedras sueltas, nos obliga a echar pie a tierra.

Son sólo poco más de doscientos metros de desnivel hasta el alto del collado arrastrando nuestras bicis. Pero el tiempo y esfuerzo dedicados a ello es superable a la suma de los tres puertos anteriores.
Esperamos recuperar después, en el descenso...

-Tampoco es así-.

Aquello se complica sobremanera. La senda se pierde en el alto del collado por el bosque de encinas y carrascas.

La descripción del rutómetro de Jordi Laparra no se corresponde con lo que vemos desde aquí.
Decidimos aparcar bicis e inspeccionar andando, cada uno por un lado.

La senda que nos describe el libro está totalmente invadida por el bosque. Imposible e inhumano pasar por ahí.
Investigamos otra estrecha senda descendente, que Jordi en su libro, nos aconseja dejarla a un lado.

Es, al menos,  “practicable. Aunque debamos continuar a pie, es la única vía de escape que encontramos...

Iniciamos el descenso al llamado barranco de Santolaria por este sendero marcado como GR.
Bajamos con sumo cuidado, cargando con las monturas e impidiendo dar demasiados botes entre los bloques de piedra;  intentando mantener intacta la mecánica de nuestras bicicletas.

Jorge avanza algo mas despacio.  Mi amigo levanta a pulso durante mas tiempo su BTT. Su portabultos trasero, más delicado que el mío, está sujeto únicamente a la tija del sillín. Esto hace que deba controlar mejor el peso que transporta y que los botes que dé su rueda trasera sean los menos bruscos posibles.

Entretenidos como estamos en el descenso por el salvaje bosque, oímos unas voces de senderistas que se aproximan.

Al rato llegan a nuestra altura e intercambian unas palabras con Jorge.
Son dos cicloturistas alemanes que se encuentran realizando la Transpirenaica.
Van con unas sofisticadas bicicletas de marca “Specialized”. Nos dicen que una furgoneta les sirve de apoyo logístico a su paso por los pueblos. Es por ello por lo que van más ligeros y sin alforjas.
Uno de ellos lleva una mini cámara de video instalada en su casco. Está grabando su paso por los caminos del Pirineo para después “colgarlo” en Internet.
Van andando al igual que nosotros por estos impracticables caminos. Aunque al ir más ligeros de peso hace que avancen más deprisa.
Nos despedimos de ellos y les perdemos de vista al sumergirse por delante nuestro en el espeso bosque.

-No tardaremos en volverlos a encontrar...-

El sendero nos conduce al fondo del barranco. Allí se funde muchos tramos con el lecho pedregoso del río.
Río que debemos atravesar cada poco.

El terreno ha cambiado. Parece mejorar. Ha bajado el desnivel y la senda ha ensanchado.

Lo de “mejorar” sólo ha sido un instante. Poco después encontramos la senda  parcialmente destrozada por el río que lo cruza y nos hace nuevamente descabalgar.

 
Jorge hablando con los cicloturistas alemanes
En el último vadeo del río nos encontramos otra vez con los dos alemanes.
Se encuentran parados, arreglando un pinchazo.

Intercambiamos saludos y seguimos nuestro camino.
Pasamos unas ruinas y llegamos a la ermita perdida de la Virgen de Caterecha.
Es desde aquí donde el firme mejora hasta el punto de poder rodar de nuevo.
Poco después llegamos al pueblo de Urdués (880 metros).
Estamos reponiendo agua en una de sus fuentes cuando la pareja de alemanes llegan hasta nosotros.
Decidimos seguir su estela mientras podamos. Van provistos de un GPS en el manillar. Ahorrándoles tiempo en los cruces de caminos. Nos aprovechamos de ello.

La pista se inclina sobremanera para superar el último collado que nos separa del Valle de Hecho.


La diferencia de ritmo se hace evidente en cuanto la fuerte pendiente y el mal estado de la pista nos obliga a los cuatro ciclistas echar pie a tierra.
La pista parece ser un cortafuegos que asciende derecho al alto de la loma. Transcurre paralela a un trazado eléctrico.

Los alemanes se distancian por delante hasta perderles de vista.
Al rato mi amigo y yo llegamos al collado algo sofocados por el esfuerzo de subida.
El descenso por la pista al valle de Hecho está igual de mal. Las bloques sueltos del camino hace, que por precaución, retomemos la actividad senderista.

Poco después nos cruzamos de nuevo con los alemanes.

Están parados con la caja de herramientas abierta.

-“¡Hoy no es nuestro día de suerte!”- Nos dicen

Por lo que vemos y nos cuentan, ellos han intentado bajar rodando por el destrozado camino. Y les ha saltado una piedra que les ha destrozado el desviador del cambio trasero de la bici.

-Es una avería grave.-

Han tronchado la cadena para ponerla fija en uno de los piñones del medio y poder, al menos, llegar hasta Hecho.
Jorge les ayuda con el apaño. Les deja su alicate para que corten el cable del cambio y poder quitar el desviador que llevan colgando.

Después nos distanciamos de nuevo, continuando nosotros solos la ruta.

Atrás quedó el GPS guía del alemán. Esto unido al laberinto de senderos por el bosque hace que nos perdamos y por consiguiente, no nos valgan las referencias del rutómetro.

-Es igual.-

-¡No hay ningún camino mejor que otro!-

Logramos distinguir lejanas, entre las altas copas de los árboles, algunas de las casas de lo que es el pueblo de Hecho.

-         No puede costarnos llegar hasta allí...-

Pues si.


La senda escogida es 100% salvaje.

Ya os podéis imaginar las ganas de descanso y ducha cuando enfilamos, al fin, las calles del turístico pueblo.

Los hostales de Hecho van acordes con los salvajes caminos del Valle...- ¡Complicados!-

En el camping nos dicen que no hay hueco.
En otro hostal casi nos dicen, abiertamente, que no quieren ciclistas.

( La verdad es que las pintas que traemos; sucios y sudorosos; entiendo que no les de buena impresión.)

Al final encontramos alojamiento en el hotel mas grande de la localidad. Cenamos abundante, bien y con  buen apetito.

 

Hoy hemos hecho la media mas baja de lo que vamos de Transpirenaica; 8,90 km/hora. Kilómetros totales: 53,84. Rodando durante algo más de seis horas.

Lo que no se ve reflejado en el cuenta es el tiempo empleado en el senderismo.

-Pero ya conocéis esa historia...-

 
 
Etapa 13. Hecho-Selva de Irati

 

Tenía desgastados las zapatas de los frenos. Era hora de cambiarlos.
Había comprado repuestos cuando pasamos por Pont de Suert. El de la tienda me dijo que valían para mi bici...
Después de desmontar los viejos e intentar poner los nuevos. Comprobé que el tendero de Suert me había timado.
Era imposible ajustarlos. No me valían.

-¡Vaya fastidio!-

Llevaba otras zapatas nuevas desde Burgos para una rueda y fueron finalmente las que pude cambiar. Las coloqué en la rueda trasera.

Con el montaje de frenos y demás revisiones rutinarias de la bici (engrase y presión neumáticos) nos dieron las diez de la mañana cuando pudimos empezar a rodar.

Un poco tarde para mi gusto.

Jorge, paciente, no mecomentó nada al respecto.
De todas formas hoy tenemos idea de dormir en Vivac donde nos alcance la noche. Por lo que aprovecharemos el día a tope.

 Salimos de Hecho (830 metros). La primera subida del día, hasta el Puerto de Ansó (1075 metros), los realizamos íntegramente por asfalto, tal como nos dice el rutómetro de Laparra. Son apenas seis tranquilos kilómetros de ascenso hasta el alto del collado.
Después, debemos coger una pista marcada como PR que continua en ascenso, subiendo por la loma; divisoria de los valles de Hecho y Ansó.

 El libro guía nos avisa “tramo 200 metros fuerte pendiente”.
Y conociendo al súper “machaca” de Jordi Laparra; Eso nos quiere decir que nos va a tocar hacerlo andando.

Efectivamente.

Poco después iniciamos el descenso a través de las senda que cruza el espeso bosque de Ansó.

Me asusta leer las descripciones del libro guía para el recorrido por este valle; “tramo de piedras sueltas”, “tramo de ¿bucles? muy divertido”, “tramo de sendero por zona húmeda, bastante cerrada”, “tramo de 50 metros por el cauce de un riachuelo”.... y la que más me sorprende y me inquieta de todas, es la que nos pone; ..........”tramo a pié”...........

-¡¡¿Cómo de mal tiene que estar el camino para que el “Gran Jordi” se tuviera que bajar de la bici?!!-

Pasadas unas ruinas llamadas Borda Catalán el estrecho camino se convierte en una imperceptible senda.

......la espesa vegetación, la fuerte pendiente, la sinuosa y pedregosa senda... todo ello nos obligó a emplear tiempo y esfuerzo en superar cortos tramos.

A pesar de todo a mí me gusta.
Aunque no es nada ciclable resulta muy divertido.
En varios tramos, la senda se funde con arroyos que bajan por la boscosa ladera, formando pequeños barrancos.

 

En uno de ellos Jorge decide quitarse las botas de la bici y calzarse las chanclas para andar más cómodamente por mitad del arroyo.
Ha perdido uno de los tornillos de sujeción con el pedal automático al ir pisando en zonas anegadas y fangosas. No quiere arriesgarse a perder mas piezas de sus botas, por lo que toma la decisión mas correcta.

Después de la intensa sudoración y expulsar al exterior medio litro de sales y líquido, llegamos al pueblo de Ansó ( 860 metros).

Se nos ha retrasado la hora del almuerzo. Este valle ha sido  por demás de entretenido.

Comemos un poco y seguimos remontando valle arriba, camino a Zuriza (1225 metros).
 
Parada para los correspondientes macros de la Transpirenaica



Gatuña -Ononis spinosa-

Llamativo escarabajo sin determinar que quiere viajar "gratis" sobre nuestras alforjas
 
 

Son 14 kilómetros de asfalto, ligeramente ascendentes, siguiendo el bonito curso del río Beral.

Nos adentramos por un desfiladero, poco más abierto que el de Añisclo.

Disfrutamos del paisaje al rodar por este hermoso valle. Pedaleando por la tranquila y cómoda carretera no es necesario que prestemos toda nuestra atención al firme.
Son momentos en los que puedes levantar la vista y recrearte con el entorno.
Pasado el desfiladero, el valle se abre, presentando la forma de un característico valle glaciar. En su amplia cabecera vemos verdes praderas donde se ubica el complejo de Zuriza.
Y las laderas que lo cierran, por tres de sus vertientes, están revestidas por un denso bosque de Hayas y Abeto blanco.

Es corto el tramo que asciende desde Zuriza al Puerto de los Navarros ( 1300 metros ).

Y es aquí, donde nos despedimos del Pirineo Aragonés, al adentrarnos en territorio Vasco-Navarro * ( y digo vasco porque el idioma empleado por muchos de los habitantes de estos pueblos de montaña es más Euskera que Castellano).

Los caminos mejoran ostensiblemente al adentrarnos en Navarra.

 
Es una senda la que baja desde el puerto hasta el barranco de Belabarce. Pero es una senda prácticamente 100 % ciclable.

Bajo la sombra del bosque maduro, gozamos rodando.

Extasiados cómo estamos, hace que perdamos o nos despistemos con algunas de las referencias del rutómetro.
Después de atravesar el río, la senda se pierde al término del bosque, por unas praderas valladas con alambres y pastor eléctrico.
Llegamos a ver la carretera, a una distancia de unos 200-300 metros. Pero varias cercas nos cierran el paso.
Investigamos, intentando dar con un punto vulnerable que nos permita cruzar.
No resulta fácil.
Las hierbas altas hace que desmontemos de la bici. Y el supuesto acceso que deberían tener toda cerca que se precie, no se distingue en estas.
Me da cierto apuro que nos descubra el propietario de tales pastos. Por mi experiencia previa, saltando vallados y atravesando praderas, en los montes vascos;

- Los aldeanos no reciben con agrado que les “tumben” la futura comida de sus reses.-

En una ocasión, hace ya unos cuantos años, bajando por atajos de mi querido y resubido monte Argalario (País Vasco)  me llegaron a echar los perros....-

Es por ello que respiro con alivio cuando alcanzamos la carretera.

Para enlazar poco después con un agradable camino que desciende hacia el Pueblo de Isaba.
Hay cortos tramos “muy divertidos y técnicos” según Laparra...
Es en este terreno “técnico” donde nos diferenciamos con el autor de nuestro libro guía, al resultar mas divertido y seguro... realizarlos andando.
Aunque, mayormente, podamos ir pedaleando, hasta llegar al pueblo de Isaba (820 metros).
Es allí donde coincidimos con mas cicloturistas y donde nos comemos un merecido bocadillo en una herriko* Taberna ( “de pueblo” en vasco).
Tras el reabastecimiento calórico, proseguimos la ruta.

-“ A la salida de Isaba dejamos la carretera del valle de Belagua, que conduce a la reserva natural de Larra, una de las zonas de mayor interés de la región por su espectacular paisaje cárstico. Es el mayor karst de los Pirineos y en él se encuentran algunas de las simas y galerías, más largas de la cordillera”-

 Nuestro itinerario recorre la parte superior del valle de Roncal.

Debemos superar dos puertos por asfalto en casi 23 kilómetros de recorrido; el Alto de Laza (1130 metros)y seguido de este,  descender hasta el río Salazar (880 metros), remontar el Collado Ollokia (1359 metros), para llegar a las cómodas pistas que nos adentrarán en la Selva de Iratí.

 El libro nos aconseja coger agua en el pueblo de Urtárroz (870 metros) situado tres kilómetros después de Isaba. Ya que no encontraremos agua en el resto de la etapa.

Acuerdo con Jorge en subir tranquilos los dos puertos para no sudar en exceso.
No fue así.
Un mal entendimiento entre los dos, hace que nos demos una de las mayores sudadas de toda la travesía.

El primer puerto de Laza de unos 300 metros de desnivel, fue mi amigo Jorge quien marcó todo el rato el ritmo de subida. Yo iba pegado a su rueda.

El error (¡mí error!) fue al intentar ponerme paralelo a él en varias de las curvas cerradas. Esto obligaba a mi amigo a acelerar el ritmo para que yo no le llegara a cerrar en ellas.

 ( Error que Jorge me aclaró días después y que yo, en ese momento, mal interpreté cómo un principio de pique).

Y en cierto modo, me molestó esos cambios momentáneos de ritmo en los que en aquellos instantes, yo no encontraba ningún sentido.
Por lo que llegamos calientes al comienzo del segundo puerto; collado Ollokía con 530 metros de desnivel a superar en apenas siete kilómetros.

Puestos a hacer las cosas mal. Me puse en cabeza y aumenté el ritmo impuesto por Jorge en el anterior puerto.

Así lo mantuve, constante durante toda la subida.

Nuestra acelerada y audible respiración, y los numerosos goterones de sudor, reflejaban el intenso esfuerzo acometido por ambos en estas rampas del Pirineo Navarro.
Jorge consiguió no perder mi rueda...
Sudorosos y sofocados alcanzamos el alto de Ollokia (1350 metros).
Mientras recobrábamos el resuello, aproveché a hacer fotos a los carteles explicativos en la entrada a la Selva de Iratí.

Se considera uno de los mayores bosques de Europa y está presidida, entre otros, por el monte Orhi (2021 metros) , primer dos mil que se encuentra viniendo desde Occidente.

“La cubierta vegetal del monte Iratí está dominada por la asociación hayedo-abetal. La frondosa Fagus Sylvática tiende a ocupar las umbrías de suelo húmedo y bien drenadas, con abundante mantillo y hojarasca. Cuando el suelo presenta excesiva humedad, por falta de drenaje, se acidifica, y empieza a aparecer el típico abetal de Abies Alba”

-         Interesante...-

Nos adentramos en las inmejorables pistas del bosque e iniciamos el descenso hacia el río Urtxuria.

 Jorge, se muestra distante, y me recrimina con su silencio; mi mala actitud en los dos puertos anteriores.
Hemos gastado gran parte de nuestras reservas de agua por la pérdida de líquidos al sudar. Y el libro guía nos avisaba de la falta de manantiales o fuentes durante la travesía de hoy...

-¡Qué irresponsabilidad la mía!-

Aún y todo, me cuesta creer que en un hayedo tan extenso, no vayamos a encontrar agua para beber...

 Mi amigo se lanza a tumba por el camino, perdiéndole de vista, para después esperarme en los cruces de caminos.
A mí me está gustando mucho el bosque. Los magníficos ejemplares de haya y abeto presentes hace que dispare mi cámara en más de una ocasión.
Ayuda mucho el excelente firme de la pista, muy regular, ya que permite descentralizar momentáneamente mi atención sobre el mismo y contemplar, con gozo, este bosque mágico.

 Nos cruzamos con varios cicloturistas en dirección contraría, subiendo al collado Ollokia.

-         “¿Cuánto queda?”- Nos pregunta alguno con síntomas de fatiga.

 

Kilómetros después llegamos hasta el río. Allí decido que puede ser un buen lugar para merendar y poder afrontar con garantías la última parte de la etapa.

Comemos un poco. Mientras, Jorge, sigue distante...

Me dirijo a la orilla del río a reponer agua y doy varios sorbos al bote.

-Huuuum,  no me gusta;  Está demasiada caliente.-

Puede que el ganado presente en los altos pastos del monte, tengan algo que ver...
Aparte, las aguas cálidas, son más idóneas para que se desarrollen bacterias y  pueden llegar a causarnos futuros problemas digestivos.

-Limitaré el beber a lo justo, y estaré atento al resto del camino por si veo un arroyo con mayor calidad de agua que el río principal.-

Poco después llegamos hasta lo que parece un lago. Luego, el camino se torna ascendente.

Y al rato, veo gotear agua en una mata de musgo, al borde del talud del camino.
Me acerco, la pruebo... y ¡me gusta!. Está mucho más fresca que la del Urtzuria.
Lo difícil va a ser rellenar los botellines con el sinfín de gotas dispersas que caen bajo la mata.
Me las ingenuo con una bolsa de plástico. La coloco debajo de varios “hilillos” de agua y formo un embudo en el extremo.

-         ¡Ya podemos rellenar las botellas!-

Mi amigo también hace uso del invento.
Este hecho, resuelve en parte, el desgaste producido en los puertos y despeja la tensión generada entre los dos.
Conseguimos rodar mas juntos.

La noche se acerca y ya estamos buscando una zona apropiada para el vivac.

Esa zona donde la pendiente de la ladera sea menos pronunciada y a ser posible que tenga un buen colchón de hierba...
Otro requisito es que esté apartada del camino ya que está prohibido el vivac en Iratí. ¿?.

 
 
Encontramos el lugar más acorde a nuestras exigencias, pocos metros antes de que la pista desemboque en la tranquila carretera que baja al abandonado pueblo de Iratí.

Para ello, avanzamos con las bicis a cuestas 50 metros a través del bosque y monte arriba.
Las ramas de un enorme abeto blanco nos harán de techo y protegerán de los vientos.

Cenamos, escribimos la crónica del día y nos buscamos la plataforma herbosa mas horizontal, para extender saco y esterilla.
Y una vez metido al resguardo en el saco, a la espera del reparador sueño, contemplo embelesado varias luminarias que se distinguen en el espacio abierto, entre las ramas del gran abeto.

 
-81 Kilómetros en casi 7 horas de pedaleo a una Velocidad media de 12 km/h-