Foto: Vista
de Peña Forcada desde el pueblo de Arintero.
Ruta
realizada el día 24 de Mayo del 2013
Integrantes:
Eduardo, Juan Carlos, Isabel, Luis, Sheila, Alberto, Jesús, Laura y Kike
Hoy nos
acercaremos a unas montañas muy poco frecuentadas, sin desmerecer por su
modesta altura, poseen un indudable
atractivo; El Cordal de Tolíbia.
Estas
montañas hacen límite de la Reserva de la Biosfera de los Argüellos por el este
y el Parque Regional de los Picos de Europa por el oeste.
El río Curueño
y el Porma, ambos afluentes del Esla, han modelado estas montañas dando las
características morfológicas que hoy observamos y disfrutamos.
La apacible montaña
del Cerro de los Joaquines, a la que ascenderemos en primer lugar, situada
próxima al Pico Mahón ( 1825 m ) no tiene ninguna dificultad técnica ya que sus
laderas se encuentran cubiertas por pastizales, pequeñas manchas de joven roble
y el impenetrable escobal que domina sobre el resto. En cambio, las
montañas que se yerguen al sur del collado de Valdemaría ( 1503 m , forman un espectacular y escarpado cordal de
piedra caliza en el que pondrá a prueba nuestras equilibrios y habilidades para
el destrepe a la vez que se disfruta de inigualables vistas hacia el embalse
del Porma por el este y hacia el sobresaliente Bodón para poniente. El
Socellerón y Peña Forcada serán dos de las cumbres que ascenderemos. Más al sur
y tras la profunda e insuperable brecha de la Forqueta, se alzan dos montañas
igualmente atractivas; el Gudín y el Castribudín, pero el mencionado accidente orográfico nos
impedirá continuar el cordal hacia ellas a menos de que se dispusiera del
suficiente tiempo para realizar un largo rodeo, perdiendo buena parte del
desnivel y poder alcanzar así sus cumbres.
Salimos
andando desde el pueblo de Arintero ( 1300 metros ) por la excelente pista que
se dirige dirección norte al pueblo de Tolibia.
No nos
desviaremos de la misma hasta que tengamos a la vista este último pueblo de
Tolibia de Arriba, en la vertiente alta donde confluyen los valles de
Valdemaría y Tolibias, lugar superamos un cercado ganadero tras el cual abandonaremos
la pista que desciende a este pueblo para dirigirnos, ascendiendo alrededor de
500 metros por la pradera y enlazar con el camino que se observa más al norte,
situado en la vertiente sur de la Sierra de la Cuerna y que se dirige, en suave
progresión este, al Collado de
Valdemaría.
Desde este
balcón atacaremos el Cerro de los Joaquines por su vertiente sur, atravesando
manchas herbosas y abundante vegetación arbustiva, siguiendo una semioculta senda
y que utilizaremos también para el descenso al collado y continuar, ahora por
terreno agreste y calizo dirección sur, hacia el pico Socellerón llegando hasta
él por su afilada cresta, y continuando por el cordal dirección sur suroeste y
sin perder apenas desnivel, ascender a la bonita cumbre de la Peña Forcada;
contrafuerte septentrional de la hendidura llamada La Forqueta.
Para el
regreso a Arintero, parte del grupo descenderá retrocediendo hasta las praderas
de la vertiente oeste del Socellerón por el que se alcanza sin problemas el
fondo del valle del arroyo Vallartas. El segundo grupo se unirá al primero tras
realizar un arriesgado descenso por la pared oeste de peña Forcada y por lo que
dice alguno de sus protagonistas, poco recomendable, en un intento fallido de acortar tiempos para
llegar al pueblo pues ambos grupos coincidimos metros antes de llegar al fondo
del valle y afrontar, monte a través, el ascenso al camino de Arintero-Tolibia
que recorrimos por la mañana y que nos llevará de regreso al punto de partida.
A continuación
los mapas descriptivos y la muestra gráfica de la ruta:
Mapa 3D cortesía de Laura.
La zona sombría al lado de la Peña Forcada oculta la brecha de la Forqueta.
Mapa del desnivel realizado.
Foto de
grupo en el pueblo de Arintero.
Imperdonable
el olvido que tuve este día de mi cámara fotográfica…
Gracias a
Sheila, que me prestó la suya, puede hacer el correspondiente reportaje
fotográfico y a la que sumé algunas de las fotos que me prestaron varios de los
amigos que me acompañaron; Eduardo, Laura y Luis.
Me quedé con
mucha pena de no poder hacer uso del potente zoom óptico de mi cámara olvidada
ya que avistamos ejemplares de Rebeco en las Peñas de Valdehuesa y un precioso
joven de lagarto ocelado en la cumbre del Socellerón al que puede hacer unas
fotos testimoniales con la cámara de Sheila…
También
renuncié a los macros de la variada flora del valle…las fotos que aquí se
exponen de flores son cortesía de Eduardo que estuvo bien atento a su
observación y captura.
A este
compendio de imágenes también he sumado unas pocas retrospectivas de la
excursión que hice hace ya unos años por la zona, en esta misma época y
retratadas con mi antigua cámara. En aquella ocasión hice en solitario el mismo
circuito más el pico Mahón (1825m).
Partiendo
desde este legendario solar de piedra nos viene a la memoria aquellos hechos
históricos protagonizadas por una Dama y que se hizo famosa al divulgarse a través de la literatura de la
época en diferentes versiones romanceadas donde relatan sus hazañas.
Cuenta así, la periodista Ana Gil, a fecha 20 de Octubre del 2004 en el Diario de León, la crónica de esta Dama que luchó como un hombre en los tiempos de Isabel La Católica
"Para conocer un poco mejor el personaje de la guerrillera leonesa conocida como La Dama de Arintero, es preciso encuadrar su vida en la época en la que vivió este personaje histórico. Ocurrió en los tiempos de los reinos de la Corona de Castilla que, tras la muerte del monarca Enrique IV en 1474, se quedó sin heredero. Las Cortes habían jurado como reyes a la Princesa Isabel, hermana del difunto rey, y a su esposo, el príncipe Fernando, heredero del trono de Aragón. Algunos poderosos señores de la nobleza y varias ciudades con voto en ellas habían alzado pendones por la infanta doña Juana, hija del difunto rey, bastarda para muchos, legítima para otros. Fue entonces cuando se empezó a tramar una sublevación, a la cabeza de la cual estaba don Alfonso, rey de Portugal, deseoso de agrandar su reino con la unión de Castilla. Cuando las noticias de la sublevación alcanzaron a la Corte, docenas de mensajeros se desperdigaron por los reinos de la monarquía, llamando a los vasallos leales a las armas en defensa de los Reyes Católicos. Cientos de caballeros y miles de peones acudieron a la llamada real y se concentraban cerca de Benavente, donde los reyes habían levantado sus Reales. En Arintero, pequeño pueblo de la montaña leonesa, sus vecinos habían alzado pendones por los Reyes Católicos y varias personas se unieron a la causa. Sin embargo, al Señor del lugar, el noble conde García de Arintero, las noticias le causaron gran congojo. Él, que había peleado cien combates en las lejanas fronteras del reino de Granada, era ya mayor y no podía acudir a la batalla con sus reyes. De su matrimonio con doña Leonor sólo habían nacido siete mujeres y no tenía hijos varones que pudiesen sostener el honor del linaje y el derecho de sus monarcas. Por primera vez en siglos, ningún señor de Arintero acudiría al llamamiento de la Corte. El valor de una dama La callada angustia del padre conmovía profundamente a una de sus hijas, Juana, la mediana, que no soportaba ver postrado a su padre por la desesperación de no poder servir a sus legítimos reyes y concibió la audaz idea de ir ella a la guerra en defensa del honor y el nombre del linaje. El padre se negaba: "Una mujer en la guerra, imposible", pero a cada objeción de él, ella respondía firmemente y le desbarataba los argumentos. Tras varios días, el conde García acabó cediendo y dio su consentimiento a su hija. Fueron dos meses de duro trabajo. Juana, la Dama de Arintero, aprendió a dominar el fiero corcel de guerra y a manejar la espada y la lanza. Se habituó al peso de la armadura y a las fatigas del oficio de la guerra. Tras el duro aprendizaje, del débil cuerpo de la dama surgió el noble y hábil Caballero Oliveros, nombre de guerra de la Dama de Arintero, quien se encaminó, desde su solar de Arintero, a unirse a las huestes reales. Parecía un perfecto caballero y nadie sospechó cuando se presentó, en el campamento de Benavente, al escribano para formalizar su inclusión en las tropas reales. En los meses sucesivos, gracias a su manejo de la espada y a su valor y coraje, el Caballero Oliveros se ganó la fama de caballero valiente y esforzado. En febrero de 1475, las mesnadas reales llegaron a la vista de la rebelde Zamora. Pronto se inició el cerco de la ciudad y el asalto de las murallas para tomar la ciudad. A punto de concluir la jornada, varios caballeros, entre los que estaba el infatigable Caballero Oliveros, se apoderaron de una de las puertas principales de la muralla permitiendo el paso de las mesnadas leales y consiguieron que la ciudad se rindiese. A cambio de su lealtad a los Reyes legítimos, Fernando e Isabel concedían el perdón y confirmaban los fueros y privilegios. El descubrimiento La siguiente batalla fue en Toro, donde el rey de Portugal había reunido a un poderoso ejército. El Caballero Oliveros, se enfrentaba contra un caballero, cuando, debido a la violencia del golpe, se le rompió su jubón y dejó al descubierto un seno. Varias voces gritaron a la vez: «Hay una mujer en la guerra». El rumor se extendió y llegó a oídos del almirante de Castilla, a quien tuvo que desvelar su verdadero nombre y las causas de su presencia en el ejército. En rey, admirado por el valor de la dama, no sólo la perdonó, sino que concedió a Arintero y sus vecinos numerosos privilegios. En su regreso a Arintero, Juana, mientras hacía frente a unos traidores que querían arrebatarle sus privilegios, cayó herida mortalmente."
Imagen de mi archivo personal de la ruta que hice en solitario.
Tomada desde el camino de Arintero a Tolibia.
Los primeros kilómetros de la ruta son muy cómodos al transcurrir por esta excelente pista.
Hoy es Eduardo quien se encarga de las tomas de la flora: En la foto superior una orquídea.
A destacar los impresionantes macros que consigue Eduardo con su móvil.
En la imagen una araña sobre una flor de Hierba Centella.
A nuestra derecha retrato el pico Socellerón al que treparemos durante nuestro regreso a arintero por el cordal.
Preciosa la imagen del mítico Bodón.
Montaña cuyo nombre prerromano deriva de la raiz "Bod" y se relacciona a su vez con la nomenclatura de otras montañas del entorno y del que deriva su actual designación; Las peñas de Gudín y Castribudín son otros dos ejemplos.Acabamos de abandonar la pista que desciende a Tolibia de Arriba para seguir paralelos al cercado ganadero por este camino que se distingue en la pradera unos 500 metros hasta enlazar con la pista que llega al collado Valdemaría.
Jesús y Laura llegando al collado.
Susarón, picos Aparejos...y semiocultos por las nubes; el macizo del Mampodre.
Esta es la ladera que nos llevará a la cumbre del Cerro Joaquines serpenteando a través de la vegetación arbustiva intentando seguir una senda. (Foto cortesía de Edu )
En nuestro ascenso al Cerro Joaquines pasamos al lado de este mancha de joven roble con vistas al embalse del Porma y el horizonte de innumerables cumbres del Parque regional de Picos de Europa.
(Foto cortesía de Edu)
Superado el mayor desnivel de la ladera sur del Cerro por el incómodo escobal alcanzaremos en pocos metros la mayor altura de esta jornada montañera.
Esperando al grupo en la cima del Cerro Joaquines.
Pico Huevo de Faro ( 2155 m ), La Morala ( 2141 m ), Peñas de Faro ( 2112 m )...
Otra imagen de archivo con las floridas escobas hacia las montañas de Vegarada donde se amplía vistas hacia el pico Gege, pico Nogales...etc.
Foto del cumbre del Cerro Joaquines; Luis, Eduardo, Kike, Juan Carlos, Jesús, Isabel, Sheila, Alberto y Laura.
Zoom hacia el pico Bodón.
Vistas hacia el cordal pétreo que pretendemos recorrer después de regresar al collado Valdemaría observable en la margen inferior derecha de la foto.
Vistas del Bodón desde el collado Valdemaría donde descansan plácidamente un numeroso rebaño de vacas.
Llegando a la antecima del Socellerón la arista se estrecha para mayor disfrute nuestro y las vistas se amplían hacia las montañas del entorno; Cueto calvo, Bodón, Cueto Cabañas...
Isabel posando en la arista para la cámara de Luis.
Pasando esta antecima del Socellerón nos toca destrepar para continuar por el cordal.
Entretenido y muy divertido el sencillo destrepe por el cordal calizo.
Laura, Isabel, Sheila y Alberto durante esta multiaventura por la montaña central leonesa.
De los mienbros del grupo unos deciden ir por lo alto de la afilada arista y otros optan por una travesía por la escarpada ladera este del cordal de Arintero.
Aunque en ocasiones no queda otra que seguir por lo más alto para superar las paredes que se abren a ambos lados.
Desde el Socellerón y mirando al cordal realizado.
Montaña a la que se puede acceder fácilmente, sin necesidad de completar las trepadas por el cordal, desde las praderas que ascienden desde el arroyo Vallartas en el valle de Arintero.
Foto cortesía de Laura; Parece la flor de la Globularia repens.
Planta perfectamente adaptada a los climas extremos de los hábitapos montañosos, crece en las fisuras de las rocas sin apenas levantarse del suelo.
Foto del archivo personal de una de las grietas presentes en el cordal Socellerón-Peña Forcada con vistas al embalse del Porma o de Vegamián y las montañas Peñas Pintas y Llerenes entre otras...
Foto de Edu en el fondo de esta desgajada montaña.
Vistas desde el Socellerón a la arista realizada.
Aquella antecima no tiene nombre...a menos en los mapas del servicio geográfico del ejercito de los que dispongo.
Juan Carlos y Eduardo asomandose al embalse y al pueblo de Valdehuesa.
Imagen de archivo del embalse del Porma desde la cumbre del Socellerón.
Después del ágape algunos, como Alberto, optan por reposar la comida con una breve y placentera siesta.
Eduardo, buscando el mismo fin, se ha acomodado en el "colchón" formado por la sabina rastrera.
Vistas hacia el valle de Rucayo y los Picos de Aparejos y Susarón.
Luis saca esta foto hacia el cordal que debemos seguir para ascender a la Peña Forcada.
Aquí nos separamos de Sheila e Isabel que ya han tenido suficiente por hoy. Ellas bajarán a Arintero por la ladera herbosa oeste y el resto del grupo afrontaremos la última cumbre de la jornada.
Vistas a Rucayo y a la piramidal silueta del pico Susarón.
Jesus y Eduardo asomándose a una de las canales que se desploman sobre la hendídura de la Forqueta desde la cumbre de peña Forcada.
Laura que es la que más se asoma a la brecha saca esta foto de la hendidura y el pico Gudín; contrafuerte meridional de la misma.
Jesus y Eduardo mirando al pico Gudín.
En mi primer recorrido en solitario por la zona ya estuve investigando las diferentes canales que salen de la Forqueta hacia la peña Forcada por si existía alguna posibilidad de descenso...
No encontré acceso...demasiado exposición vertical para arriesgarnos sin el seguro de una cuerda.
Edardo, Kike, Jesus, Alberto, Juan Carlos, Laura y Luis.
Bajando por la aerea arista de peña Forcada.
Juanto a mis amigos Edu, Jesús y Laura contínuamos por la arista para volver por nuestros pasos hacia las herbosas laderas de la vertiente noroeste de La Forcada Socellerón por la que bajaremos al valle.
Alberto, Luis y Juan Carlos probarán suerte por la desconocida pared oeste de peña Forcada...
Hay que disfrutar del paisaje...y estos pasos delicados por la arista se prestan para una buena sesión fotográfica.
Esa es la arista por la que trepamos y destrepamos de Peña Forcada y que ahora, Edu, se encuentra a punto de afrontar.
Foto de Eduardo hacia el cordal realizado desde la collada a la que accedimos a la arista de peña Forcada a través de una corta y estrecha canal.
Algunos neveros persisten en las umbrías de la cara norte de Peña Forcada.
Eduardo saca esta foto testimonial a lo que parece una Genciana...
Alcanzado el arroyo de Vallartas ascendemos rápidamente por la ladera herbosa hacia el camino Arintero-Tolibia apremiados por una tormenta que se aproxima...
Entrando en el pueblo de Arintero bajo la lluvia...
Trabajo rápido para apartarlos y continuar nuestro camino hasta un bar del pueblo de Nocedo donde brindaremos por los objetivos conseguidos.
Isabel no conocía la cascada de Nocedo y es por ello por lo que, aprovechando un breve paréntesis sin precipitaciones, nos recorremos los 100 metros que separan la misma de la carretera.
Foto de grupo en la base de la cascada para despedir esta inolvidable jornada montañera.
Indudablemente, una atractiva jornada montañera de trepes y destrepes que ponen a prueba el temple y la forma física de los aventureros que os habéis reunido en el día de hoy.
ResponderEliminarEso sí, la recompensa en forma de espléndidas vistas panorámicas y de cortados verticales que parece insalvables al paso de la valiente expedición, bien merecen ese brindis final en el bar del pueblo.
Un saludo de 'ojolince y sra.'
PD. Buenos aportes de flora y fauna. Se nota que el grupo va tomando afición.
Ah! Tu lagarto no es tal, sino que se trata de un macho de lagartija serrana, que tienen querencia por los roquedos de alta montaña y en la provincia de león están activos de junio a septiembre.
Muchas gracias Juan Miguel por el comentario y por la aclaración del nombre del reptil observado en la arista del Socellerón.
ResponderEliminarTenía dudas pues tampoco se puede apreciar mucho los dibujos de su piel en la mala foto que pude sacar.
Y sobre el grupo parece que les gustó la ruta. Los trepes y destrepes "enganchan" en verdad a la vez que se disfruta de buenas vistas.
Al releer esta entrada siempre me acordaré de mi cámara fotográfica que olvidé en el coche...A partir de ahora comprabaré por partida doble si porto el equipo que considero imprescindible.
Un saludo:
Kike